PRESENTACIÓN
Por Dr. Samuel Renihan
Me alegra mucho presentar ante ustedes esta traducción al español del libro Las llaves del Reino. Creo que la publicación de este libro será otro avance para los bautistas reformados en la recuperación de nuestra herencia histórica y teológica. Los nombres engañan, a veces, y en el caso de los bautistas particulares del siglo XVII, quizás uno piense que por tener un nombre diferente del de los congregacionalistas (como John Owen o Thomas Goodwin) eran muy distintos en su teología. Al contrario, tenían mucho en común, y Matthew Bingham, en su libro Orthodox Radicals, ha propuesto la tesis de que el nombre más exacto para los bautistas particulares en sus primeros años sería los congregacionalistas bautísticos. Es decir, eran congregacionalistas que empezaron a practicar el credobautismo. Pero lo que es importante entender es que no abandonaron su congregacionalismo. Las Llaves del Reino provee uno de los vínculos eclesiológicos más importantes entre los congregacionalistas y los bautistas particulares (o congregacionalistas bautísticos). Lo que se ve en capítulo XXVI de nuestra confesión de fe depende, en gran parte, del trabajo de John Cotton y el desarrollo posterior del congregacionalismo.
En mi propia experiencia, he conocido a varios bautistas reformados que pensaban que el congregacionalismo era igual a una democracia pura que aniquila la autoridad de los ancianos y sería casi anarquía en la iglesia. Tales personas reaccionaron con sorpresa cuando les dije que nuestros antepasados eran congregacionalistas, y nuestra confesión de fe enseña el congregacionalismo. Me dijeron: —¿Cómo puede ser? Pues, lo que ellos conocían por el nombre de «congregacionalismo» era otra caricatura deformada, y su ignorancia se debió, en parte, a una falta de recursos históricos. Por eso la publicación de un libro como Las llaves del Reino es tan importante para remediar nuestra ignorancia de nuestro propio legado teológico.
Recomiendo que el lector lea Las llaves del Reino lentamente y con paciencia porque es un tema que requiere mucha precisión y Cotton utiliza varias distinciones y palabras técnicas para lograr tal precisión. Cuando lo leí por primera vez durante mis estudios en el seminario, confieso que no lo comprendí y pensé que era un libro inútil por ser difícil de entender. Lector, no seas como yo fui en ese momento. Este libro es un recurso rico que recompensa todo el esfuerzo que uno dedique a estudiarlo. Creo que los argumentos de Cotton son fieles a las Escrituras. Por eso mi oración es que el Señor use este libro para ayudarnos a crecer en nuestra eclesiología, sobre todo, para conformar nuestra práctica «a la voluntad de Cristo» (2CBF 26).