El tema del día de reposo cristiano ha sido por mucho tiempo un asunto controversial entre creyentes procedentes de diversos trasfondos. Sin embargo, en los últimos años el tema de la Ley y el día de reposo se ha convertido en un asunto que lleva a un debate extenso y muchas veces acalorado. No obstante, este es una pequeña porción del debate continuado que ha causado estragos al evangelicalismo durante gran parte del siglo XX.
Este debate es provocado por la creciente degradación de la observancia del día del Señor entre los cristianos en países e iglesias que eran tradicionalmente sabatarianas2 en su teología y práctica. Tal y como lo veo, el debate tiene ¾por un lado¾ a aquellos cristianos que ven esta degradación como peligrosa, destructiva y violadora de las Escrituras; y, por otro lado, a aquellos cuyos puntos de vista sobre el día del Señor los ha hecho susceptibles a la tendencia moderna.
Por esta razón, todos nosotros abordamos este tema hasta cierto punto en una atmósfera polémica, en un ambiente de debate. Si bien hay que reconocer con gratitud que Dios con frecuencia encamina dicho debate para el avance de la verdad en Su Iglesia, tal atmósfera de polémica no es necesariamente el mejor ambiente para que prospere la verdad y el cristianismo. Esto tiene sus peligros.
Ser específicos puede llevarnos a tener puntos de vista extremos y desequilibrados, tanto en el ámbito doctrinal como en la práctica. Nos puede llevar a perder o despreciar aspectos de la verdad que puedan parecer desfavorables para «nuestro bando». Nos puede llevar a adoptar puntos de vista legalistas de la observancia del día de reposo en una reacción excesiva al libertinaje de la actualidad, o puede conducirnos a reaccionar desproporcionadamente al legalismo de los sabatarianos extremistas conduciéndonos hacia un enfoque totalmente antinomiano del día del Señor. Ambas respuestas son erradas y de igual manera anticristianas. El fariseo y el libertino están más cerca entre ellos que de un cristiano verdadero. La experiencia pastoral personal ha comprobado en más de una ocasión el intercambio reaccionario de un sabatarianismo extremo y juvenil hacia un punto de vista antinomiano y una práctica libertina en lo que se refiere al día del Señor.
Para mí está fuera de discusión que la Biblia fue escrita por hijos de Dios, no por abogados defensores. En otras palabras, la Biblia fue escrita por hijos que deseaban escuchar las Palabras de su Padre sin interrumpirlo antes de que terminara de hablar. No fue escrita por abogados defensores listos para aprovecharse de las palabras, fabricar contradicciones, interrumpir antes de que alguien termine de hablar y defender su caso hasta la muerte. Si alguna vez alcanzamos el conocimiento de la verdad en nuestros estudios de las Escrituras, debemos abordarlo como hijos. De otra manera, es muy probable que nuestra suerte sea la de aquellos que profesaban ser cristianos, de los cuales Pablo escribió en 2 Timoteo 3:7, que «siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad».
Tomado de la Introducción.